SALUD

El experimento proteico que cambió la percepción de un periodista: 21 días de alimentos envasados

Paul Kita, de Men's Health, se sometió a una dieta exclusiva de productos procesados ricos en proteínas. Aunque su masa muscular no varió, el impacto en su bienestar gastrointestinal y su relación con la comida fue sorprendente.

Durante 21 días, Paul Kita, periodista de la revista Men's Health, se embarcó en un experimento nutricional con un objetivo claro: evaluar el impacto de una dieta rica en proteínas en su desarrollo muscular y bienestar general. Su enfoque fue radical: consumir la mayor cantidad posible de productos envasados y procesados con alto contenido proteico, desde cereales y yogures hasta refrescos y brownies.

Acostumbrado a una alimentación basada en productos frescos y cocinados en casa (huevos, frutas, verduras, arroz, porotos y carnes), Kita se mostró escéptico, pero decidido a descubrir si estos productos industriales podían replicar los beneficios que había experimentado con dietas proteicas en su juventud.

Las primeras impresiones no fueron positivas. Durante la primera semana, Kita notó una monotonía en el sabor, dominada por un dulzor persistente y a menudo artificial, proveniente de edulcorantes como la stevia y la sucralosa. Además, se encontró con sabores confusos y nombres llamativos que no satisfacían su paladar.

Más allá del sabor, los efectos físicos no tardaron en manifestarse. Kita experimentó significativas molestias gastrointestinales, atribuidas al alto consumo proteico (entre 150 y 200 gramos diarios) y a la gran cantidad de fibra en productos como las pastas proteicas, que le causaron hinchazón. Este malestar solo disminuyó a medida que su cuerpo se adaptaba a la nueva dieta.

A medida que el experimento avanzaba, su relación con la comida cambió. La saciedad se adueñó de sus jornadas, eliminando antojos y disminuyendo su consumo habitual de frutas y verduras. Aunque la eficiencia de los productos proteicos para mantener la saciedad era innegable, Kita percibía una falta de satisfacción general al comer.

En la tercera semana, la percepción de Kita comenzó a cambiar. Su cuerpo se había adaptado al nuevo régimen y el malestar intestinal disminuyó. Curiosamente, notó un incremento en sus ganas de ejercitarse con mayor intensidad, aprovechando el exceso de proteína. Aumentó sus visitas al gimnasio e incorporó levantamiento de pesas en casa, sintiendo un renovado impulso hacia la actividad física. Si bien su peso y las medidas de sus bíceps se mantuvieron iguales, su pecho aumentó más de 1,25 cm, un cambio no menor.

Tras las tres semanas, Kita concluyó que, si bien los productos envasados ricos en proteínas pueden ser eficientes para objetivos específicos, carecen de la satisfacción integral y completa que ofrece la comida real. Su experiencia lo llevó a reflexionar sobre la importancia de las dietas basadas en alimentos menos procesados.

Esta experiencia personal se suma a la creciente investigación sobre el impacto de la proteína en la salud. Estudios recientes, como los publicados por el Multidisciplinary Digital Publishing Institute (MDPI) y Frontiers, subrayan el papel crucial de la proteína en la preservación de la masa muscular, especialmente en adultos mayores, donde es esencial para prevenir la fragilidad. Asimismo, se destaca el crecimiento de las dietas basadas en proteínas vegetales, no solo por cuestiones de salud, sino también por su menor impacto ambiental.

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