En un giro asombroso del destino, dos hombres, con casi tres décadas de diferencia, lograron lo impensable: sobrevivir a devastadores accidentes aéreos ocupando el mismo asiento, el 11A. Esta increíble coincidencia ha desatado una ola de asombro global, reabriendo debates sobre la seguridad en la aviación y planteando preguntas que van más allá de la estadística, en un misterio que une vidas salvadas por circunstancias extraordinarias.
