Nacidas en la pobreza canadiense en 1934, Yvonne, Annette, Cécile, Émilie y Marie Dionne se convirtieron en un fenómeno mundial. Exhibidas como una atracción de feria por sus propios padres, el Estado y un médico ambicioso, su existencia fue una dolorosa condena a la exhibición y el abuso, generando millones que jamás vieron.
