Alimentos ultraprocesados: qué son, por qué aumentan tanto su consumo y cómo pueden afectar tu salud
Cada vez más presentes en nuestras dietas, los ultraprocesados se destacan por su bajo valor nutricional y su potencial impacto negativo en la salud metabólica, mental y cardiovascular.
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En tiempos en que la conveniencia domina la alimentación, los "alimentos ultraprocesados" se han vuelto omnipresentes en nuestras dietas. Estos productos -desde snacks, gaseosas y comida rápida hasta fiambres industriales, cereales azucarados o comidas listas - son elaborados por la industria a partir de sustancias extraídas o derivadas de alimentos naturales, y combinados con aditivos, colorantes, saborizantes y conservantes.
A diferencia de los alimentos mínimamente procesados (como verduras congeladas, legumbres cocidas o frutas en conserva), los ultraprocesados pierden su identidad original: su composición final no incluye ingredientes reconocibles, y en muchos casos está cargada de azúcares añadidos, grasas saturadas o trans, sal, y otros compuestos poco saludables. EFE Salud
Estos productos ofrecen conveniencia: son rápidos, baratos, fáciles de conservar y consumir. Pero esa comodidad tiene un costo. Estudios recientes los han señalado como factores de riesgo para la salud. Por ejemplo, una investigación del "Proyecto SUN" encontró que quienes consumen más de cuatro porciones diarias de ultraprocesados aumentan considerablemente su riesgo de mortalidad.
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Pero las consecuencias van más allá de la longevidad. Diversos estudios sugieren que estos alimentos pueden alterar la salud metabólica -incluso sin un exceso de calorías-, modificar hormonas, deteriorar la microbiota intestinal, y aumentar inflamación. También se han observado vínculos con problemas reproductivos y deterioro de la salud mental.
En niños, son especialmente peligrosos: su consumo frecuente se asocia con un mayor riesgo de obesidad, asma y problemas cardiometabólicos.
Frente a este panorama, organizaciones como la OMS y la OPS recomiendan políticas de prevención: limitar la publicidad -mucho más cuando apunta a menores-, implementar impuestos a bebidas azucaradas y ultraprocesados, y exigir etiquetas frontales claras que adviertan sobre su contenido y riesgos.
Muchos expertos coinciden en una recomendación clave: volver a lo natural. Priorizar frutas y verduras frescas, legumbres, granos enteros, alimentos mínimamente procesados. Reducir -o directamente evitar - el consumo de productos industriales. Porque, como advierten investigaciones recientes, nuestra salud puede pagar el precio de la comodidad.