Hablar de Teta
Mi experiencia con la lactancia no es la única, no es la mejor, no es la perfecta, no es la ideal, pero tampoco es la peor.
Mi experiencia con la lactancia no es la única, no es la mejor, no es la perfecta, no es la ideal,pero tampoco es la peor.
Cuando nació mi primer hijo, en ese mundo desconocido que es tener un recién nacido en brazos que sólo depende de vos, intenté darle de mamar apenas lo tuve en brazos. Durante la noche,y ante la falta de experiencia, me lastimó el pezón. El dolor era insoportable. Cuando me vio la puericultura de turno me explicó cómo tenía que hacer para sentarme cómoda, la importancia de estar tranquila, cómo tenía que ser la prendida y por qué debía avisar si advertía que no estaba a gusto. Fue la mujer que hizo que pueda seguir en el camino de dar la teta.
En las primeras semanas estuve en casa, anotando en el celular la hora en la que había toma doy de qué lado. Me parecía que era necesario tener un registro para no hacer nada mal. En esa época estaba estudiando, así que, a las tres semanas, volví a clase a sentarme a escuchar a un profesor durante 4 hs con un intervalo de 15 minutos. Las tetas me explotaban. Sentía dolor y lo único que quería era llegar a casa y que el bebé succionara.
Cuando a los tres meses volví al trabajo, con una amiga que ya tenía experiencia, buscábamos el momento libre para ir al baño (compartido con el resto de las mujeres del piso) para sacarmela leche. Preparaba el extractor manual y los recipientes. Me sentaba en el inodoro y escuchaba las que entraban y hacían pis. Después de un rato, frustración de por medio si no salía mucho, guardaba todo y volvía a mi escritorio. ¿qué hacías en el baño?, cuánto tardaste. Escuché decir a algún compañero. Aunque una vez, mientras me iba una hora antes porque así lo dispone la ley, me preguntó: ¿no te da culpa irte antes del trabajo?
En esos meses tuve que viajar en avión a ver a mi mamá, y me tocó sentarme al lado de una señora que me preguntó si me iba a poner un "ponchito" para darle la teta al bebe. Que era una vergüenza que yo esté mostrando todo. Pedí que me cambien de asiento.
Así una y mil veces. Con mi segunda hija fue igual, sólo que no me acuerdo tanto.
En estos días en los que la semana de la lactancia muestra bebes y tetas por todos lados, la verdad es que me genera una contradicción.
Hablar de que la sociedad es responsable de acompañar a la madre en la lactancia me genera algunas dudas. Siento que es someter el cuerpo a la buena de dios, a que todos sean colaboradores del esfuerzo que implica dar la teta. ¿Y qué pasa si no funciona? ¿Quién es laresponsable? Ya sabemos la respuesta.
Con esto no quiero decir que deba promoverse la fórmula, o que las políticas públicas no tengan que bregar por este derecho. Así ya lo disponen la ley 26.873 de lactancia materna, ley de contrato de trabajo y sus reglamentaciones. Lo que considero es que también es necesario promover el derecho de elegir sobre el propio cuerpo.
Leí con mucha angustia cómo se expone a la puérpera y su capacidad de dar teta. Vos podés, todas pueden. Teta grande, teta chica. Vos podés.
Sí, pero no quiero.
¿No hay lugar para esa decisión?
Aunque parecería que los bebés de las Sras. Tetas llegan a hogares felices, con padres que promueven la co responsabilidad, que te ayudan a poner el almohadón para que no se te canse la espalda, no es así en todos lados. Hay madres solas y angustiadas. Hay madres con trabajos de largas jornadas y sin acceso al cumplimiento de las normas laborales. En América Latina el 60% de las mujeres tiene un trabajo no formal, sin beneficios sociales. Hay padres trans que no desean dar la teta.
De la mano de la decisión de tener un hijo debe respetarse su alimentación y su crianza. Esa decisión debe ser tomada con el mayor acceso a la información y con el acompañamiento de un profesional que no juzgue ni sume culpas.
Por eso, en esta semana de la lactancia, es importante también respetar el deseo de las madres. Acompañar a las que quieren amamantar y a las que no. A las que querían y ahora no. Promover espacios limpios y tranquilos para que puedan dar de mamar, sacarse leche, o dar una mamadera. También para que descansen y cierren los ojos un rato mientras alguien tiene al bebé a upa. Promover un ambiente de respeto, sin preguntas ni cuestionamientos.
No hay una sola forma de ser madre, porque hay tantas maternidades como hijxs en el mundo