Efectos de la pandemia en la vida de las mujeres

Paula Treuque es Abogada (Universidad de Buenos Aires) , Especialista en Magistratura (Universidad de San Martin) y Contratos y Daños (Universidad de Salamanca)

El domingo 15 de marzo de 2020 las mujeres estaban en su casa preparando la cena y las mochilas para que el lunes sus hijos concurran al colegio, pero el anuncio de la suspensión de las clases como medida para evitar el contagio de la Pandemia COVID-19, puso en jaque la organización cotidiana.

¿Cómo conseguir alguien que se quede con ellos de un día para el otro? Las medidas dictadas sufrieron innumerables interpretaciones por parte de los empleadores. Así, los malabares sucedieron durante tres días hasta que el jueves 20 de marzo por el DNU 297/20 se dispuso el aislamiento social y obligatorio para todos aquellos sujetos que no tuvieren que dar cumplimiento a una tarea de las consideradas esenciales. A lo que el Presidente Alberto Fernández agregó: "no son 14 días de vacaciones". Claro que no.

Las oficinas improvisaron el teletrabajo sin reparar en qué condiciones se encontraban sus empleadas para poder cumplir con las tareas asignadas.

Los establecimientos educativos impartieron la modalidad a distancia, algunos por mail, otros a través de plataformas propias. Con el correr de las semanas los meet terminaron de acoplarse a la rutina.

A las mujeres se le sumaron a su tarea laboral, las actividades escolares, las teleconferencias (propias y de sus hijos), y las tareas de cuidado que van desde la compra de alimentos, la preparación de comidas, limpieza, lavado de ropa, asistencia a los menores, improvisar entretenimientos, evitar que hagan excesivo uso de las pantallas y velar por los cuidados de higiene que previene el contagio del virus, entre tantas otras.

Ninguna de estas actividades parece tener fin. A esa exigencia inagotable se le suma la incertidumbre de la estabilidad laboral, el incremento de los precios en los alimentos, las presiones propias de un contexto de crisis.

En este panorama, Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres en abril de este año, afirmó que las mujeres cargan por lo general con gran parte de los cuidados. Incluso antes del COVID-19, las mujeres realizaban el triple de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado en el hogar en comparación con los hombres. En estos días, aquellas mujeres empleadas en el sector formal y que tienen hijas o hijos se debaten entre una o más de las siguientes tareas: su empleo (si aún lo conservan), el cuidado infantil, la educación en el hogar, el cuidado de personas mayores y el trabajo doméstico. Los hogares encabezados por una mujer son particularmente vulnerables.

El impacto de las medidas también repercutió en su salud, ya que sufren la dificultad de acceder a los servicios básicos de atención. Los controles a las embarazadas o las revisaciones a las puérperas se complejizan con la de los profesionales de la salud que se vieron impedidos para ejercer su trabajo, como lo fue el caso del médico obstetra Leandro Goñi a quien sus vecinos del edificio de Recoleta donde tiene su consultorio acusaron de "poner en riesgo a la vecindad" por atender a sus pacientes.

Por otro lado, cerca del 60 % de las mujeres de todo el mundo trabajan de manera informal con la clara consecuencia de ganar y ahorrar menos. Con la crisis en curso y el cierre de empresas, las fuentes de sus ingresos irán desapareciendo. Si a eso se le suma el trabajo de cuidados que realizan sin ninguna contraprestación, la tendencia no es otra que avasallar oportunidades de acceso a todos los derechos que se han alcanzado con tanto esfuerzo durante estos años.

Con el trabajo conjunto de los distintos actores sociales y la aplicación de medidas con perspectiva de género, la salida a este contexto tan complejo será la más igualitaria.

Buenos Aires, Mayo de 2020