Conmoción en Hollywood: condenan a prisión al médico que suministró ketamina a Matthew Perry

Este miércoles, en Los Ángeles, una corte federal dictó sentencia contra Salvador Plasencia, el médico que admitió haber suministrado ketamina al actor Matthew Perry -quien falleció por sobredosis en octubre de 2023-. Plasencia fue condenado a 30 meses de prisión, además de dos años de libertad supervisada y una multa de 5.600 dólares. 

El fallo marca el primer veredicto contra los implicados en la muerte del ex protagonista de "Friends": Plasencia se convirtió así en el primer condenado de los cinco acusados en la causa.

Según su declaración de culpabilidad, el médico entregó ilegalmente ketamina al actor en múltiples ocasiones en septiembre y octubre de 2023, incluso fuera de un entorno clínico. 

• Los fiscales sostuvieron que Plasencia ignoró la historia de adicciones del actor y priorizó el lucro sobre su salud, una violación grave de su juramento profesional. 

• Aunque la dosis proporcionada por Plasencia no fue la que directamente causó la muerte, la corte estimó que su conducta fue clave en inducir una dependencia peligrosa, allanando el camino hacia la tragedia. 

En la audiencia, el médico reconoció su responsabilidad y expresó arrepentimiento ante la familia del actor. Pero la imagen pública quedó marcada: la justicia lo describió como "un distribuidor disfrazado de doctor". 

¿Qué significa esta condena para el sistema de salud y la prescripción de drogas controladas?

Este caso pone en evidencia los riesgos de acceder a fármacos sensibles sin el debido control médico. Muestra también cómo la vulnerabilidad de personas con antecedentes de adicción puede ser explotada por profesionales sin escrúpulos. La sentencia busca generar un precedente: si un médico abusa de su rol, hay consecuencias legales. Además, llama a reforzar los controles sobre la distribución de sustancias como la ketamina y la responsabilidad ética en tratamientos psiquiátricos o de dolor.

Para los fans y el público en general, la condena representa una pequeña reparción simbólica. Pero sobre todo, un alerta sobre los peligros de recurrir a terapias no reguladas o irregulares, especialmente en casos de vulnerabilidad.

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