Juanita no es la nueva Mirtha, es la nueva Susana

Si la Diva de los teléfonos preguntaba por dinosaurios vivos, a la nieta de Chiquita Legrand le toca habitar el territorio de la literalidad.

por TARTU

El rostro de Juana Viale está tallado con 200 años de belleza argentina. Toda la que se fue acumulando en el tiempo y el espacio en ese bicentenario se ha depositado en la esfinge de Juanita.

Desde el verano de 1998, en el que fuera tapa de Gente por los rumores de que el fotógrafo estrella francés Ale de Basseville intentó seducirla, la belleza de Juana ha cautivado a la prensa rosa.

Ale de Basseville era el esposo de la modelo argentina Maria Inés Rivero y venía de fotografiar en topless y en una sesión altamente erótica a una modelo eslovena que después el mundo conocería como Melania Trump. Escándalo de verano muy noventoso, con Punta del Este in the mix.

Desde entonces, la lady rebelde los Tinayre sólo ha oído como halago profesional: "Que linda que es". Cierto es que armó una carrera-hobby de teatro independiente y que protagonizó una novela de Pol-ka y que fue elegida por un algoritmo de Netflix para una fallida serie de moda. Pero hasta heredar vía pandemia la mesa de su abuela Mirtha, cualquiera al que le preguntaran por las artes de Juana hubiese respondido en 999 casos de cada 1000: "¿Juanita? Que linda que es..."

Flash forward a los almuerzos y las cenas de Mirtha Legrand, ahora conducidas por Juanita, donde se debe internar en las procelosas aguas de la actualidad, los policiales, la política, la información general. Cuando la pereza de la crítica de tevé afirma que Juanita es la heredera de Mirtha, hay que desmarcarse y decir la verdad: Juanita es la heredera de Susana. La nietísima abreva en la misma fuente de la juventud que hubo usado Susana durante 30 años: la espontaneidad y hacer gala de una falta de conocimiento que es aplaudida por los fans como sana ignorancia.

Si Susana preguntaba por dinosaurios vivos, a Juanita le toca habitar el territorio de la literalidad. Y cuando el ex presidente de la Cámara de Diputados, el insigne Emilio Monzó, le dice en la mesa a Juana que en año de elecciones todos los gobernadores tienden a cuidar su quinta, la nieta interrumpe pensando que Monzó hablaba de quintas de fin de semana, con piletas y flota-flota. Monzó se puso serio y dijo: "¡No, sus quintas!", hablando obviamente de los intereses políticos de los gobernadores y en ése momento mágico debe haber sobrevolado en la sinapsis de Juanita la imagen de una quinta orgánica con rúcula, tomates cherry, achicoria, palta, albahaca, lavanda y cilantro, bien hippie-chic. Menos mal que Monzó siguió hablando.

Juana se ha visto obligada por las circunstancias a abrir sus mesas con editoriales consignando su posición sobre la res pública y allí donde su abuela Mirtha repetía lo que decían los diarios de la semana, Viale ofrece una repetición de frases hechas, de esas cosas que dicen los tíos mayores en la mesa familiar, de esas cosas que dicen los taxistas que escuchaban Radio 10, de esas cosas que dicen las amigas que nunca tuvieron que trabajar.

Con Susana rumbo a los cuarteles de invierno, Telefe tiene que asegurarse el pase de Juanita Viale y producirle un big show tipo Hola Susana mezclado con La Noche del Diez basado en su desfachatez y su orgullo de no saber las cosas. Por cómo da en cámara que no se preocupen: "¿Juanita? Que linda que es..."

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